martes, 8 de septiembre de 2015

Sol, viento y pobreza (kaí, jouktai müliaa)

Por: Victoria Duque, estudiante maestría en Gerencia para la Innovación Social

En la punta norte de Colombia, muy lejos de la capital del país, está ubicado el departamento de La Guajira, que he decidido llamar “La Tierra de los extremos”; paisajes de extrema belleza, extrema temperatura proveniente de un sol incesante que inicia su operación a las 5:40 a.m. y apaga su planta a las 6:30 p.m., entregando más de doce horas de radiación continua, vientos extremos, carencia extrema de agua potable, lo cual vulnera el derecho humano al agua, niveles extremos de necesidades básicas insatisfechas, con indicadores de hacinamiento y falta de vivienda por encima del 50% en poblaciones rurales y entre el 20 y 25 % en zonas urbanas y los más altos índices de desnutrición global, ocupando el primer lugar en Colombia, según el reporte de Crisis Humanitaria de la Defensoría del pueblo y para finalizar, pero no menos importante, la cereza que adorna este abrebocas: el porcentaje de personas en situación de pobreza fue del 55.8%, según el DANE (2014). Este panorama es supremamente desalentador, pero es el lienzo perfecto para crear obras de gran impacto social que hagan juego con esa sinfonía de color que ofrecen las playas más inmaculadas que haya podido ver, el desierto más inspirador y las sonrisas más cautivadoras de un pueblo colmado de cultura ancestral.  
En mi camino hacia El Cabo de la Vela, en la interminable recta que conecta a Riohacha con Cuatro vías, paralela a la vía férrea que viaja hasta El Cerrejón, bajo cuarenta y dos grados centígrados, me contaba el conductor, que había pasado más de una año, desde la última vez que los guajiros vieron llorar al cielo. Y si por la Guajira no llueve, pues con la falta de agua potable siempre escampa, en donde según el Banco Interamericano de Desarrollo, sólo el 16% de la población cuenta con acceso al tan preciado y escaso líquido.
Hasta este punto, el paisaje en términos de índices y cifras ya ha sido bastante gris, por ello, quiero contarles acerca del programa que dio a luz Colciencias en el 2012, “Ideas para el Cambio”, el cual busca contribuir a la calidad de vida de las comunidades del país que se encuentran en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, mediante soluciones innovadoras que unen dos componentes clave: Ciencia y tecnología. Colciencias cuenta con dos aliados estratégicos para materializar las iniciativas propuestas en las convocatorias del programa: El Banco Interamericano de Desarrollo y la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza (ANSPE), quienes han apoyado con recursos técnicos y financieros, soluciones innovadoras que respondan a las gigantescas problemáticas de las comunidades intervenidas.
El 11 de Abril de 2012, Colciencias apertura la convocatoria para seleccionar soluciones a necesidades relacionadas con Agua y Pobreza del programa “Ideas para el cambio”, a partir de un Banco de Soluciones, cuyo alcance cubre al departamento de La Guajira, Putumayo y Risaralda. Esta convocatoria estuvo dirigida a personas jurídicas y naturales de cada departamento.
El programa tiene unos objetivos específicos a cumplir, desde su concepción hasta la puesta en marcha, entre ellos se encuentra la promoción del uso y apertura de conocimientos de la ciencia, la tecnología y la innovación para atender necesidades en torno al agua y la pobreza de las comunidades más vulneradas, dinamizando y promoviendo iniciativas y conocimiento que contribuyan a la innovación social. Por otra parte, con la conformación del banco de las necesidades, se logra dar visibilidad y se abre un nuevo canal para que aquellos que viven en el olvido y son víctimas, más que de la pobreza, de la indiferencia, puedan poner de manifiesto carencias puntuales, trascendiendo un poca más allá del paisaje en el que se convirtieron los diferentes informes e índices del DANE, de la defensoría del pueblo y el BID, entre otros.
Colciencias busca también, que mediante la documentación de todo el proceso del proyecto, se logre promover y facilitar su adopción en otros contextos sociales, aportando a la disminución de la pobreza y la pobreza extrema, mediante el uso y transferencia del conocimiento en ciencia, tecnología e innovación tecnológica.
La primera fase de esta convocatoria se centra en la postulación necesidades; de las ciento setenta y seis, la Guajira postuló cincuenta y siete necesidades, de las cuales, cincuenta y tres cumplían con los requisitos, cinco fueron descalificadas porque no cumplían con los criterios de selección, cuarenta y tres ingresaron al Banco de necesidades y cinco fueron priorizadas para darle solución.  A continuación cito cada una de ellas: 1). Abastecimiento de agua a las comunidades indígenas Etkojo>ole, Karraisira y Paranachimana. 2).Acceso al agua potable y saneamiento básico, Kasiche I, Kasiche II, La Parcela, Wayumano – Maicao. 3). Construcción de Pozos profundos para el acueducto de la comunidad Camarones. 4). Potabilizar agua para consumo humano de la comunidad Wayuú del reservorio de La Gran Vía.
La segunda fase, cuyo objetivo es la conformación del Banco de Soluciones a las necesidades priorizadas, estuvo dirigida a la comunidad científica nacional y a empresas públicas y privadas, que formulen propuestas en conjunto con la comunidad científica.
La ejecución: a la fecha se han implementado dos soluciones que han impactado alrededor de ochenta y tres familias y cubren dos de las cinco necesidades priorizadas en la convocatoria de “Ideas para el Cambio”. Abastecimiento de agua a las comunidades indígenas Etkojo>ole, Karraisira y Paranachimana y Acceso al agua potable y saneamiento básico, Kasiche I, Kasiche II, La Parcela, Wayumano – Maicao, han sido las dos necesidades atacadas a través de los dos proyectos ejecutados.
Agua potable mediante un sistema de bombeo solar y por destilación, son dos alternativas que se han venido desarrollando a partir de procesos de innovación, aprovechando una fuente de generación de energía alterna como es la radiación solar, que abunda en la región. Este tipo de iniciativas, claramente genera un doble beneficio; por una parte, contribuye al desarrollo y acceso de estas comunidades a los recursos básicos y por otra parte, los métodos utilizados generan el menor impacto ambiental, evitando aumentar la huella de carbono con el uso de fuentes de energía convencionales.
En la comunidad Kamusuchiwou, ubicada en Puerto Bolívar (Guajira) se desarrolló el proyecto de potabilización del agua mediante destilación solar utilizando una tecnología de destilación solar, cuyo proceso se basa en el principio de efecto invernadero, la evaporación y la condensación de agua permiten separar la sal marina y eliminar la presencia de patógenos.
Este proceso físico evapora el agua de mar y en el destilador quedan los residuos de sal marina. El alcance comprendió la solución de 12 destiladores de 2.5 metros cuadrados cada uno, abarcando un total de 25 m2 de destilación. El agua potabilizada mediante este proceso es enviada a una caseta donde se suministra el agua segura a los habitantes de la comunidad Kamusuchiwou. El acto inaugural de este proyecto fue el espacio perfecto para brindar manifestaciones culturales, mediante la entonación del himno nacional en su idioma nativo, bailes típicos, comida Wayuú y la presencia de delegados de siete comunidades indígenas de la alta, media y baja Guajira. La financiación de este proyecto corrió por cuenta del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) a través de su programa de Apropiación Social del Conocimiento, y su aliado estratégico a la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE). La ejecución estuvo a cargo del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), de la Universidad Nacional de Colombia.
El segundo proyecto cuyo alcance contempló el suministro de agua potable mediante un sistema de bombeo solar se implementó en las comunidades Kasiche I y II, La Parcela y Wayúmana. La solución se compone de paneles solares encargados de suministrar la energía necesaria para poner a funcionar una bomba que se encuentra instalada a 40 metros de profundidad del pozo excavado a 150 metros para la extracción de aguas subterráneas. Posterior al proceso de extracción, el agua es conducida a un tanque con capacidad de albergar hasta cinco mil litros de agua. Este sistema facilita a las comunidades el acceso al recurso, a través de estaciones de agua segura. Con esta solución no solo se logra abastecer a la comunidad, adicionalmente, se implementaron metodologías de riego eficiente para sus cultivos, ahora los niños cuentan con agua es la escuela y han adoptado hábitos de higiene, gracias a la instalación de baterías sanitarias.
La entidad ejecutora del proyecto, implementó algunas iniciativas complementarias como la instalación de filtros de agua para las casas, un sistema de lavado de manos artesanal como medida de manipulación de alimentos, cajas de compostaje y letrinas secas, cuyo objetivo es reforzar la solución de saneamiento, previniendo enfermedades y enseñando a la comunidad a seguir buenos hábitos de higiene, según manifiesta el informe de resultados de Colciencias.
El objeto del programa “Ideas para el cambio” menciona que de manera participativa se deben seleccionar e implementar mínimo dos soluciones en cada departamento. A la fecha, en La Guajira ya se implementó la cuota mínima de estas iniciativas y aunque la dinámica y naturaleza del programa resulta bastante innovadora, este departamento requiere que los esfuerzos sean mucho mayores y logren una cobertura más amplia. Es una buena cuota inicial y sin duda que se puede alcanzar mucho más impacto si se replica y se escala al resto de comunidades afectadas.
Según el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación tecnológica (CTeI) del Gobernación de La Guajira, cerca del 71% de los habitantes Wayuú no cuenta con ningún servicio público en su vivienda. Todas estas problemáticas, producto del aislamiento geográfico, económico y cultural en el que se encuentran.
En mi segundo día de estancia atrapada por la magia del Cabo de la Vela, no podía contener las ganas de visitar el Parque Eólico Jepirachi (Vientos del Nordeste en Wayuunaiki), ubicado en la región nororiental de la costa Atlántica, entre El Cabo de la Vela y Puerto Bolívar. Este parque fue construido por Empresa públicas de Medellín EPM y es el primero que se construye en el país, cuya operación comercial inició el 19 de abril del 2004, haciendo parte de un programa para el aprovechamiento de la energía eólica en la Alta Guajira.
El Parque tiene una capacidad instalada de 19,5 MW de potencia nominal, está compuesto por 15 aerogeneradores de 1,3 MW cada uno, aprovechando los vientos continuos que se presentan casi todo el año en esta parte de la península, a un promedio de 9,8 metros por segundo. Los aerogeneradores están distribuidas en dos filas, una de ocho y la otra de siete máquinas, ocupando un área aproximada de un kilómetro de largo en dirección paralela a la playa y 1,2 kilómetros de ancho al norte de la ranchería Kasiwolin y al occidente de la ranchería Arutkajui.
Estar en ese lugar y sentir como la imponencia de estas máquinas gigantescas hace contraste con la fuerza de los vientos incesantes de La Guajira, fue inspirador, aunque esa sensación duró muy poco, más adelante explicaré por qué.
El parque eólico Jepirachi se encuentra registrado como Mecanismo de desarrollo Limpio (MDL) por la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
En su sitio web, Empresas pública de Medellín EPM, manifiesta que este proyecto fue uno de los primeros proyectos MDL firmados en el país y uno de los primeros en todo el mundo y que las metodologías de estimación de emisiones y sobre todo las de concertación del proyecto con la comunidad Wayuu, fueron consideradas como ejemplares por el Banco Mundial y como referencias obligatorias para el desarrollo de proyectos similares en otras partes del mundo, lo cual es motivo de orgullo nacional.
En nuestro intento por sacar un registro fotográfico, se acercó una persona de seguridad que nos impidió adentrarnos más; en vista de que no pudimos avanzar, aprovechamos su presencia para indagar un poco más de la operación del parque y que gran sorpresa que nos llevamos cuando preguntamos a qué zonas abastecía el parque, pues la respuesta fue dada en un único vocablo: Medellín. En ese momento, todo el orgullo de patria y la perplejidad que me invadía se desvaneció, viajando por los vientos alisios.   
EPM, refiriéndose al parque Jepirachi: “Su gestión social se basa en el respeto de la integridad étnica y cultural de la comunidad Wayuu, en el establecimiento de relaciones de confianza y en la búsqueda de la equidad y el beneficio mutuo”, lo cual queda en tela de juicio.
Luego de la visita al parque eólico, pasamos a tomar agua en la casa contigua al lugar. Nos recibió una bella familia, que nos acogió con la misma calidez que proyectan los kilómetros de desierto de La Guajira. En una tertulia de más de dos horas, pudimos corroborar que efectivamente toda la energía que produce Jepirachi viaja hasta Medellín y a la comunidad anfitriona y dueña del terreno en el que opera el parque no le queda ni un solo vatio. Está familia obtiene energía eléctrica de una planta, cuyo funcionamiento es a base de ACPM, teniendo que invertir aproximadamente ochenta mil pesos por semana en la compra del combustible. Esta situación resulta tan paradójica e inverosímil. Cuando escuchaba a la dueña de la casa hablar de las grandes problemáticas a causa de la falta de agua y de energía, se me hacía imposible creer que Jepirachi no esté aportando a la comunidad. Sin duda que EPM debe estar desembolsando a la Gobernación de la Guajira una suma considerable de impuestos, pero ¿en dónde se están quedando encolados? ¿Por qué La Guajira carece de tantas cosas? ¿Qué está haciendo la presidencia por este departamento? Son interrogantes que a través del papel podrían ser despejados, con los coloridos e interminables Planes de Desarrollo que están colgados en Internet, pero la realidad de La Guajira y sus habitantes es una realidad demasiado dura.
Anayawats (gracias en wayuunaiki) a las inmensas sonrisas, a los calurosos abrazos, a la hospitalidad y a la transparencia del alma de todos los Guajiros que hicieron de mi estadía una experiencia inspiradora.


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