Por:
Sara Erazo, estudiante de la Maestría en Gerencia para la Innovación Social
(Icesi)
Cuando en la Fundación para la que
trabajo nos planteamos el reto de promover la participación ciudadana para
hacerle seguimiento a aquellas promesas que hicieron candidatos y candidatas a
las alcaldías municipales en el año 2011, pensamos que sería muy difícil de
cumplir y que quizá este proceso de intervención social nos dejaría más
sinsabores que los éxitos que hoy estamos disfrutando.
Antes de entrar a contar en
detalles la experiencia, los logros, los “pre-éxitos” y las reflexiones sobre
porqué considero que ésta es una experiencia de innovación social, empiezo por
el principio.
El contexto
Jamundí, Buenos Aires, Caloto,
Corinto, Guachené, Padilla, Puerto Tejada, Suárez y Villa Rica, son municipios
ubicados en la región del suroccidente del país y más exactamente hacen parte
del Norte del Cauca (exceptuando Jamundí que pertenece al Departamento del
Valle del Cauca). Esta región se encuentra afectada por la dinámica del conflicto
armado, las luchas entre los diferentes grupos armados ilegales por el control
territorial y la inseguridad que trae consigo la presencia de bandas
criminales. Aquí las opciones para las personas jóvenes son limitadas y el
reclutamiento forzado por actores armados es una realidad que no se puede
negar.
Además de todos estos factores que
inciden en la baja participación ciudadana, se le añaden ingredientes de las
prácticas políticas tradicionales que invaden todo el territorio colombiano
como el clientelismo, la corrupción, la compra de votos y el distanciamiento de
las administraciones municipales de la ciudadanía que les eligió. Y para
finalizar, pero no menos importante, a todo este caldo de cultivo se le agregan
imaginarios sociales que marcan tendencias en los comportamientos ciudadanos
que no aportan a la consolidación de la participación y la democracia a partir
de estereotipos como los siguientes: “en campaña electoral todo lo que se
promete no se cumple”, “es mejor no meterse donde a uno no lo han llamado”,
“que los políticos roben pero que se vean las obras”. Así las cosas… este fue
el contexto en el que se desarrolló la experiencia.
La experiencia
En el año 2011, se conjugaron
varias situaciones que permitieron el surgimiento de una propuesta que fue desarrollada
de manera conjunta entre la empresa privada y dos organizaciones del tercer
sector (la Fundación Foro Nacional por Colombia - Capítulo Regional Valle del
Cauca y la Fundación Plan para la cual trabajo).
La primera fue el interés de
aprovechar la coyuntura política electoral de ese año para iniciar un proceso de
mejoramiento de la gestión pública municipal, entendiendo que los recursos
públicos deben tener como única destinación propiciar el bienestar colectivo,
que deben ser bien administrados y enfocarse estratégicamente a solucionar los
problemas reales de la comunidad.
Una segunda situación fue la
necesidad de fortalecer las capacidades de las comunidades para que pudieran
expresar sus opiniones sobre sus necesidades más sentidas e incidir en la
generación de compromisos de sus gobernantes para la superación de las mismas. Una
tercera y última situación se dio alrededor de la convergencia de intereses del
sector privado y de la cooperación institucional para la superación de
problemas asociados a la baja participación ciudadana y a una gestión pública
alejada del control social que hacen imposible la consolidación de la
democracia local. Fue así como se unieron recursos de la Zona Franca del Cauca
y la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional ASDI a través de Foro y
Plan, desde el Proyecto “Protejamos mi Mundo”.
El proceso se organizó en tres
fases: partió de la construcción colectiva de textos de compromisos por parte
de las comunidades, ampliamente representadas por organizaciones campesinas,
juveniles, territoriales, afro, de mujeres, entre otras, que recogieron sus
necesidades más sentidas. Estos textos se convirtieron en los Compromisos “Por
un Municipio Mejor”, los cuales fueron firmados en el 2011 por candidatos y
candidatas a las alcaldías municipales en actos públicos en los municipios
donde se desarrolló la experiencia. En esta primera fase se unieron la Asociación
de Municipios Nortecaucanos (AMUNORCA), la Fundación Panamericana para el
Desarrollo (FUPAD Colombia) y la Escuela Superior de Administración Pública
(ESAP).
Los textos de compromisos incluyeron
propuestas de acciones para el mejoramiento de los indicadores sociales de los
diferentes grupos poblaciones como la infancia, la juventud, las mujeres, los
adultos mayores, entre otros. Así mismo, incluyeron aspectos claves de la vida
comunitaria como el mejoramiento de ingresos, el acceso a vivienda y una mejor
oferta de servicios, acceso a salud, educación, recreación y cultura. Lo clave
aquí fue que los compromisos partieron del principio de que los gobernantes
locales debían entregar sus municipios en mejores condiciones de aquellas en
que los recibieron y que los compromisos se configuraban en el punto de partida
para iniciar la experiencia de vigilancia ciudadana al cumplimiento de lo
pactado.
Una siguiente fase fue la asesoría
a las administraciones municipales, ya elegidas, para que incorporaran los
compromisos en los Planes de Desarrollo Municipales 2012 – 2015.
La tercera fase fue la conformación
de comisiones ciudadanas por municipio en el 2012, compuestas por mujeres y
hombres ampliamente reconocidos por su trayectoria comunitaria, quienes
recibieron formación y desarrollaron habilidades para el seguimiento al
cumplimiento de compromisos por parte de su gobernante local. Se estableció
como producto la elaboración de un informe anual de seguimiento a la gestión
pública con una metodología sencilla diseñada para implementarse en corto
tiempo, de fácil apropiación por parte de las comunidades y que incluye una
interacción amable y constructiva entre la ciudadanía y los gobiernos locales.
Los logros
Esta experiencia implementada en la región durante los
últimos 4 años cuenta entre sus logros el seguimiento sistemático de las
comunidades a la gestión pública local. Hoy día cada municipio cuenta con tres
informes anuales de seguimiento, los cuales son elaborados desde una
perspectiva proactiva y propositiva, generando recomendaciones desde la sociedad
civil a los gobiernos para mejorar su gestión.
En el proceso ha habido un claro
fortalecimiento de la sociedad civil representada en más de 20 organizaciones comunitarias
entre las que se cuenta una importante representación de jóvenes y de mujeres
en la labor de seguimiento. Algo
a destacar es que el 77% de quienes lideran el proceso son mujeres, lo cual las
prepara para tener un mayor protagonismo en la escena pública y jalonar
procesos de incidencia que, a mediano y largo plazo, permitirán también avanzar
en la garantía de sus derechos y en su participación activa en la construcción
de políticas públicas.
Ya hay una rutina de seguimiento
establecida. Las alcaldías están comprometidas con entregar información sobre la
gestión que da cuenta del avance de sus compromisos y reconocen como valioso el
ejercicio de control social. Las organizaciones buscan otras fuentes de
información para triangular la información y socializan año a año sus informes
con las comunidades.
En
este proceso se ha demostrado que sí se puede incrementar el sentido de la
ética y la responsabilidad de los alcaldes por “honrar su palabra” a pesar de
su prevención inicial con el ejercicio. Sí se puede mejorar la relación Estado
– Ciudadanía para el logro de objetivos comunes. Sí se puede hacer control
social en una región dominada por prácticas politiqueras, marcada por el
conflicto armado y signada por la pobreza y la falta de oportunidades. Sí se
puede instalar de a poco una cultura del interés público sobre el interés
particular. Sí se puede hacer veeduría con metodologías sencillas, usando
técnicas de investigación social y realizada en corto tiempo. Sí se puede ir
cambiando la cultura política y fortaleciendo la confianza de la ciudadanía en
sus instituciones. Sí se puede hacer entender a los gobernantes que la veeduría
ciudadana y el control social no son “juicios” a su gestión, sino que por el
contrario son útiles a la democracia y oportunidades para establecer
correctivos a su actuación.
Los “pre-éxitos”
Así como dice coloquialmente Graciela
Aldana De Conde, una psicóloga que trabaja el tema de la creatividad e
innovación en Colombia, desde una mirada apreciativa los errores o limitaciones
deben ser considerados “pre-éxitos”, requerimos de ellos para ser conscientes
de lo que se requiere ajustar o mejorar para que luego eso que hacemos se
convierta en un éxito. Entonces, desde esta mirada, la experiencia que les he
compartido requiere seguir perfeccionando el proceso de elaboración del
informe, incluyendo datos cuantitativos. Así mismo se requiere una difusión
masiva de los compromisos para generar mayor presión de la ciudadanía por su
cumplimiento, al igual que mejorar la articulación con las instancias formales
de representación comunitaria, como los Consejos Territoriales de Planeación
(CTP), las Juntas de Acción Comunal (JAC), los Concejos Municipales, los Consejos
Comunitarios y los Cabildos Indígenas, para que estos se apropien y velen por
el cumplimiento de los compromisos. Es clave que los compromisos efectivamente
se incluyan desde la elaboración misma de los Programas de Gobierno y luego se
inserten en los Planes de Desarrollo Municipales con presupuesto para su
implementación. También es fundamental la vinculación de los medios de comunicación pues si
se
interesan en el proceso y publican sus resultados, crece el interés de los
mandatarios por cumplir los compromisos.
¿Por qué esta experiencia es
innovadora?
Son varias las razones que permiten
comprender esta experiencia desde la innovación social.
1. Se resuelven problemas sociales con
ideas nuevas. El proceso parte de reconocer que la
baja participación ciudadana y las debilidades en la gestión pública inciden de
manera sistemática en una cultura política que no promueve la veeduría y el
control social afectando la consolidación de la democracia en lo local. Este
tema es un hueso duro de roer, más en contextos afectados por el conflicto
armado y por prácticas politiqueras. Así que la mayoría de las intervenciones
sociales no fomentan el surgimiento de las veedurías y, cuando se hace, se
evidencia una connotación negativa como “persecución” al alcalde de turno. De
esta forma, diseñar una intervención que promueve el control ciudadano basado
en una enfoque proactivo, propositivo, a través de un ejercicio práctico,
pedagógico, sencillo, con una metodología de fácil apropiación por la comunidad
y que incide en una mejor interacción Estado – Ciudadanía, es una idea novedosa
para incidir en la resolución de problemas sociales complejos.
2. Transformación de paradigmas.
Al inicio de la experiencia no se alcanzaron a dimensionar los logros que hoy
se cuentan. Primero, porque es complejo cambiar actitudes personales y
estructuras estatales. Segundo, porque los imaginarios pesan y moldean
comportamientos sociales, más en la cultura del “CVY (cómo voy yo)” y del
“mejor no meterse donde a uno no lo han llamado”. Hoy se puede decir que es
posible el cambio social y que afortunadamente la cultura se transforma. Para
nuestro caso, se avanzó hacia una mayor conciencia del cuidado de lo público y
de la participación ciudadana.
3. Creación de capacidad de agencia en
las personas. El proceso es liderado por hombres y
mujeres que han desarrollado habilidades para el liderazgo, la participación,
la incidencia y el control social. Además se ha desarrollado una apropiación en
la metodología que permite que este ejercicio se pueda repetir cuantas veces se
requiera, por supuesto atendiendo a la dinámica del contexto.
4. Generación de redes y alianzas.
Esta experiencia ha sido fruto de una confluencia de intereses estratégicos entre
la empresa privada y la cooperación internacional para la resolución de
problemas sociales complejos. Así mismo, se han convertido en aliadas del
proceso las organizaciones comunitarias que hoy día hacen posible la
sostenibilidad de la experiencia.
5.
Impacto. El
proceso impulsado no sólo ha contribuido a fortalecer las capacidades de las
organizaciones que hoy desarrollan acciones de seguimiento, control y veeduría
en la región, sino que también ha incidido en la instalación de prácticas de
transparencia y buen gobierno en los municipios, pues la institucionalidad
pública reconoce que este ejercicio comunitario contribuye a generar alertas en
los alcaldes para que su gestión pública se base en los temas a los que se han
comprometido con sus comunidades, superando de esta manera una de las prácticas
de la política tradicional: prometer en campaña electoral y no cumplir cuando
se está en el poder. En el proceso se evidenció igualmente que las
organizaciones desarrollaron mayores capacidades para la interlocución y diálogo
con sus gobernantes, lo que permite una mayor incidencia en lo local.
6. Escala y replicable. Esta
experiencia puede ser replicada en otros territorios nacionales y puede ser
implementada por otras organizaciones. De hecho esta experiencia es pertinente
y cobra una relevancia significativa en este año de coyuntura política
electoral pues se inicia un nuevo ciclo de gestión y elección de nuevos
mandatarios locales (2016-2019). Además, esta experiencia podría ser clave en
el escenario del posconflicto pues contribuye a que la ciudadanía tenga un rol
más activo en la construcción de lo público y en la veeduría a las diferentes
intervenciones sociales que se realizarán en el marco de la territorialización
de los acuerdos firmados en La Habana.
7. Sostenibilidad económica.
Es una experiencia que se puede desarrollar con austeridad. Tiene 3
componentes: formación a líderes y lideresas, encuentros/diálogos ciudadanía –
gobierno local y elaboración de informes anuales de seguimiento a la gestión
pública (iniciativas). En términos generales, el proceso beneficia a todo el
municipio donde se desarrolla la intervención pues se hace seguimiento a los
compromisos adquiridos por los mandatarios locales para mejorar los indicadores
sociales.
Ya para el cierre de este blog les
cuento que sí se pudo y se está iniciando el proceso de realización del último
informe de seguimiento que harán las comisiones ciudadanas a la gestión de sus
alcaldes 2012 – 2015. Esperamos que hayan cumplido sus promesas.
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