martes, 8 de septiembre de 2015

Pintar la innovación

Por Camilo Osorio Sánchez
@camilo_osorio1


Foto: Cortesía Sociedad de Arte y Concepto

Guacarí es una palabra difícil de pronunciar en una primera lectura rápida. No estamos familiarizados con ella, no es fácil entender qué significa, muchos ni siquiera han escuchado esa palabra en su vida.

Y es probable que los que no saben el significado de Guacarí sean mayoría. Mientras empecé a escribir estas líneas el autocorrector de Word me subrayó con rojo la palabra Guacarí, por aparente error ortográfico o palabra inexistente.

Más de 25 mil personas viven en ese pueblo desconocido llamado Guacarí. Está a una hora de Cali si viaja en vehículo y el camino está rodeado de hectáreas de caña de azúcar.

A simple vista es un pueblo como cualquier otro de los 42 que tiene el Valle del Cauca, que pareciera no importarle a mucha gente, excepto a los protagonistas de este texto.

En un extremo del pueblo está la estructura en ruinas de lo que otrora fueron las bodegas del Ferrocarril: unas paredes grisáceas, consumidas en la maleza, ubicado en el llamado Parque del Amor, un título que goza sin fortuna, pues por su abandono más parece ser el Parque del Odio.

Estación del Ferrocarril de Guacarí. Foto: Cortesía Sociedad de Arte y Concepto
Allí se reunían los desconocidos a consumir psicoactivos, y de vez en cuando los conocidos a compartir con sus amigos. Al lado de las bodegas se conserva de pie la Estación del Ferrocarril, una casona vieja de colores pasteles que no se ha dejado vencer del tiempo.

En Palmira, Cerrito y Buga, estas estaciones se conservaron y transformaron en bibliotecas públicas y museos, pero en Guacarí no ocurrió nada de esto.

Hasta que un día, no muy lejano, un grupo de jóvenes le declaró la guerra al olvido pintando sobre las paredes ajadas dibujos y murales de colores vibrantes.

Empezaron en las paredes derrumbadas de las bodegas, luego plasmaron a Jimi Hendrix en la Estación, y de allí se fueron regando hasta las paredes blancas que rodean al estadio municipal, para cambiarle la cara a este pueblo desconocido.

Con brochazos de pintura, la organización Sociedad de Arte y Concepto, llenó de murales las paredes desconocidas, pintando pulpos, mariposas, balones de fútbol y los sueños oníricos de Dalí.

Y la verdad no descubrieron nada nuevo. El muralismo es una antiquísima expresión del arte pictórico, que ejecutó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, Diego Rivera en México y Hernando Tejada en la estación del ferrocarril de Cali.

Pero en Guacarí nadie lo había hecho y ese es el origen de esta interesante estrategia de innovación social, en el que un grupo de personas está inconforme con este problema y decide intervenir y cambiar el orden de las cosas.

Teníamos la necesidad de enriquecer culturalmente un pueblo "monocromático" desde todos los aspectos sociales, culturales, urbanísticos, políticos, etc”, responde Mauricio Patiño, líder de Sociedad Arte y Concepto.

Relata que años atrás se vinculó al Consejo Municipal de Cultura representando a las Artes Visuales, pero dice que ese “puesto”, fue sólo un requisito legal que se debía ocupar por exigencia del Ministerio de Cultura.

Inquieto por la falta de operación de dicho Consejo, se lanzó este año a desarrollar la intervención, que ya ha logrado vincular a 40 personas de Guacarí.

“Lo que hacemos es invitar a personas con aptitudes en el dibujo, se les da un taller y se les facilitan materiales como pinturas, brochas, pinceles y estructuras para que puedan ejecutar sus ideas”, relata Patiño.

Con dichas invitaciones, la organización ya ha realizado 23 intervenciones artísticas en las paredes de Guacarí, vinculando incluso a dos artistas internacionales: Lenz de Ecuador y Danae de Canadá. También invitaron al pintor de Guacarí Alejandro López, conocido como Fabal, quien ya ha expuso su trabajo en la II Bienal de Muralismo de Cali.

Según la ley, las estructuras que hacen parte del patrimonio material de la Nación, como la estación de Ferrocarril de Guacarí, sólo deben ser intervenidas por expertos. Pero si el artista Fabal no pinta a Hendrix en una pared, nadie recordaría que la estructura tiene el ostentoso valor de patrimonio.
Trabajo del artista Fabal. Foto: Cortesía Sociedad de Arte y Concepto

Intervenir con arte para cambiar la percepción de un lugar es un resultado superficial de esta tarea de innovación social. Pero resignificar un espacio para modificar las dinámicas de interacción con el mismo, es sin duda una labor de aplaudir.

Así lo ha corroborado la experiencia de la Bienal de Muralismo de Cali, que ya lleva dos versiones de trabajo y logró en el 2014 convocar a 95 artistas para pintar a la ciudad.

La Bienal, más allá del destacado ejercicio artístico, se propuso reconstruir el tejido social de Cali a través de la reflexión que genera el arte, fomentar el turismo artístico en la ciudad e incentivar la integración social, objetivos que trascienden a la pintura en la pared.

De hecho, todos los murales que fueron pintados durante la primera versión de la Bienal en el 2012 en las paredes del estadio Pascual Guerrero, se conservan aún como un símbolo artístico de la ciudad.

Pero además la Bienal logró ser incluida como uno de los proyectos del Plan de Desarrollo de Cali hasta el 2015 y ser reconocida como el ejercicio de muralismo al aire libre más grande realizado en Colombia.

Días después de conocer el trabajo de muralismo en Guacarí, me apareció en las actualizaciones de Facebook la fotografía de un par de amigos posando al lado de los murales.

Tal cual como el turista que se toma fotos en cada esquina de ese destino que está conociendo, la gente del pueblo se empezó a tomar el retrato del recuerdo con el mural de la pared del estadio por el que pasaba todos los días de su vida y que ahora ya no es blanca, sino llena de color.

Luego un fotógrafo del Municipio compartió imágenes de los murales que pintaron Mauricio Patiño, Paola Valencia, Cristian Toro, Leens Calvache, Maritza Ospina y 40 potenciales artistas más de Guacarí, que ocuparon su tiempo libre en una acción positiva sobre unas paredes en ruinas. Su fotografía era un reconocimiento a una labor artística que antes no existía.

Por eso, Mauricio dice que el objetivo es fortalecer esta experiencia y llevarla a otros municipios del Valle para recuperar la identidad local, hasta convertir el proyecto en una industria cultural que no sólo promueva el arte, sino que también sea rentable.

Y de hecho consolidar ese objetivo es el mayor reto que tienen estos emprendedores sociales para constituir esta  apuesta de innovación social.

Sin embargo, ya saltaron el primer obstáculo al que se enfrenta el innovador: hacer algo por ese asunto que le preocupa y le genera inconformidad, para cambiarlo en favor de los demás.

En años pasados Guacarí ha estado cubierta por la cobija de la mala fama que algunos políticos del pueblo tendieron en la región. Corrupción, homicidios y microtráfico de estupefacientes han acompañado a la palabra Guacarí en varios titulares de prensa.

Hoy por hoy estos artistas quieren contarle al mundo que el rumbo de esta historia está cambiando y que Guacarí ahora es sinónimo de arte público con sus murales de colores, convirtiendo la olvidada Estación del Ferrocarril, en el museo al aire libre más colorido del Valle del Cauca.


Sol, viento y pobreza (kaí, jouktai müliaa)

Por: Victoria Duque, estudiante maestría en Gerencia para la Innovación Social

En la punta norte de Colombia, muy lejos de la capital del país, está ubicado el departamento de La Guajira, que he decidido llamar “La Tierra de los extremos”; paisajes de extrema belleza, extrema temperatura proveniente de un sol incesante que inicia su operación a las 5:40 a.m. y apaga su planta a las 6:30 p.m., entregando más de doce horas de radiación continua, vientos extremos, carencia extrema de agua potable, lo cual vulnera el derecho humano al agua, niveles extremos de necesidades básicas insatisfechas, con indicadores de hacinamiento y falta de vivienda por encima del 50% en poblaciones rurales y entre el 20 y 25 % en zonas urbanas y los más altos índices de desnutrición global, ocupando el primer lugar en Colombia, según el reporte de Crisis Humanitaria de la Defensoría del pueblo y para finalizar, pero no menos importante, la cereza que adorna este abrebocas: el porcentaje de personas en situación de pobreza fue del 55.8%, según el DANE (2014). Este panorama es supremamente desalentador, pero es el lienzo perfecto para crear obras de gran impacto social que hagan juego con esa sinfonía de color que ofrecen las playas más inmaculadas que haya podido ver, el desierto más inspirador y las sonrisas más cautivadoras de un pueblo colmado de cultura ancestral.  
En mi camino hacia El Cabo de la Vela, en la interminable recta que conecta a Riohacha con Cuatro vías, paralela a la vía férrea que viaja hasta El Cerrejón, bajo cuarenta y dos grados centígrados, me contaba el conductor, que había pasado más de una año, desde la última vez que los guajiros vieron llorar al cielo. Y si por la Guajira no llueve, pues con la falta de agua potable siempre escampa, en donde según el Banco Interamericano de Desarrollo, sólo el 16% de la población cuenta con acceso al tan preciado y escaso líquido.
Hasta este punto, el paisaje en términos de índices y cifras ya ha sido bastante gris, por ello, quiero contarles acerca del programa que dio a luz Colciencias en el 2012, “Ideas para el Cambio”, el cual busca contribuir a la calidad de vida de las comunidades del país que se encuentran en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, mediante soluciones innovadoras que unen dos componentes clave: Ciencia y tecnología. Colciencias cuenta con dos aliados estratégicos para materializar las iniciativas propuestas en las convocatorias del programa: El Banco Interamericano de Desarrollo y la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza (ANSPE), quienes han apoyado con recursos técnicos y financieros, soluciones innovadoras que respondan a las gigantescas problemáticas de las comunidades intervenidas.
El 11 de Abril de 2012, Colciencias apertura la convocatoria para seleccionar soluciones a necesidades relacionadas con Agua y Pobreza del programa “Ideas para el cambio”, a partir de un Banco de Soluciones, cuyo alcance cubre al departamento de La Guajira, Putumayo y Risaralda. Esta convocatoria estuvo dirigida a personas jurídicas y naturales de cada departamento.
El programa tiene unos objetivos específicos a cumplir, desde su concepción hasta la puesta en marcha, entre ellos se encuentra la promoción del uso y apertura de conocimientos de la ciencia, la tecnología y la innovación para atender necesidades en torno al agua y la pobreza de las comunidades más vulneradas, dinamizando y promoviendo iniciativas y conocimiento que contribuyan a la innovación social. Por otra parte, con la conformación del banco de las necesidades, se logra dar visibilidad y se abre un nuevo canal para que aquellos que viven en el olvido y son víctimas, más que de la pobreza, de la indiferencia, puedan poner de manifiesto carencias puntuales, trascendiendo un poca más allá del paisaje en el que se convirtieron los diferentes informes e índices del DANE, de la defensoría del pueblo y el BID, entre otros.
Colciencias busca también, que mediante la documentación de todo el proceso del proyecto, se logre promover y facilitar su adopción en otros contextos sociales, aportando a la disminución de la pobreza y la pobreza extrema, mediante el uso y transferencia del conocimiento en ciencia, tecnología e innovación tecnológica.
La primera fase de esta convocatoria se centra en la postulación necesidades; de las ciento setenta y seis, la Guajira postuló cincuenta y siete necesidades, de las cuales, cincuenta y tres cumplían con los requisitos, cinco fueron descalificadas porque no cumplían con los criterios de selección, cuarenta y tres ingresaron al Banco de necesidades y cinco fueron priorizadas para darle solución.  A continuación cito cada una de ellas: 1). Abastecimiento de agua a las comunidades indígenas Etkojo>ole, Karraisira y Paranachimana. 2).Acceso al agua potable y saneamiento básico, Kasiche I, Kasiche II, La Parcela, Wayumano – Maicao. 3). Construcción de Pozos profundos para el acueducto de la comunidad Camarones. 4). Potabilizar agua para consumo humano de la comunidad Wayuú del reservorio de La Gran Vía.
La segunda fase, cuyo objetivo es la conformación del Banco de Soluciones a las necesidades priorizadas, estuvo dirigida a la comunidad científica nacional y a empresas públicas y privadas, que formulen propuestas en conjunto con la comunidad científica.
La ejecución: a la fecha se han implementado dos soluciones que han impactado alrededor de ochenta y tres familias y cubren dos de las cinco necesidades priorizadas en la convocatoria de “Ideas para el Cambio”. Abastecimiento de agua a las comunidades indígenas Etkojo>ole, Karraisira y Paranachimana y Acceso al agua potable y saneamiento básico, Kasiche I, Kasiche II, La Parcela, Wayumano – Maicao, han sido las dos necesidades atacadas a través de los dos proyectos ejecutados.
Agua potable mediante un sistema de bombeo solar y por destilación, son dos alternativas que se han venido desarrollando a partir de procesos de innovación, aprovechando una fuente de generación de energía alterna como es la radiación solar, que abunda en la región. Este tipo de iniciativas, claramente genera un doble beneficio; por una parte, contribuye al desarrollo y acceso de estas comunidades a los recursos básicos y por otra parte, los métodos utilizados generan el menor impacto ambiental, evitando aumentar la huella de carbono con el uso de fuentes de energía convencionales.
En la comunidad Kamusuchiwou, ubicada en Puerto Bolívar (Guajira) se desarrolló el proyecto de potabilización del agua mediante destilación solar utilizando una tecnología de destilación solar, cuyo proceso se basa en el principio de efecto invernadero, la evaporación y la condensación de agua permiten separar la sal marina y eliminar la presencia de patógenos.
Este proceso físico evapora el agua de mar y en el destilador quedan los residuos de sal marina. El alcance comprendió la solución de 12 destiladores de 2.5 metros cuadrados cada uno, abarcando un total de 25 m2 de destilación. El agua potabilizada mediante este proceso es enviada a una caseta donde se suministra el agua segura a los habitantes de la comunidad Kamusuchiwou. El acto inaugural de este proyecto fue el espacio perfecto para brindar manifestaciones culturales, mediante la entonación del himno nacional en su idioma nativo, bailes típicos, comida Wayuú y la presencia de delegados de siete comunidades indígenas de la alta, media y baja Guajira. La financiación de este proyecto corrió por cuenta del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) a través de su programa de Apropiación Social del Conocimiento, y su aliado estratégico a la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE). La ejecución estuvo a cargo del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), de la Universidad Nacional de Colombia.
El segundo proyecto cuyo alcance contempló el suministro de agua potable mediante un sistema de bombeo solar se implementó en las comunidades Kasiche I y II, La Parcela y Wayúmana. La solución se compone de paneles solares encargados de suministrar la energía necesaria para poner a funcionar una bomba que se encuentra instalada a 40 metros de profundidad del pozo excavado a 150 metros para la extracción de aguas subterráneas. Posterior al proceso de extracción, el agua es conducida a un tanque con capacidad de albergar hasta cinco mil litros de agua. Este sistema facilita a las comunidades el acceso al recurso, a través de estaciones de agua segura. Con esta solución no solo se logra abastecer a la comunidad, adicionalmente, se implementaron metodologías de riego eficiente para sus cultivos, ahora los niños cuentan con agua es la escuela y han adoptado hábitos de higiene, gracias a la instalación de baterías sanitarias.
La entidad ejecutora del proyecto, implementó algunas iniciativas complementarias como la instalación de filtros de agua para las casas, un sistema de lavado de manos artesanal como medida de manipulación de alimentos, cajas de compostaje y letrinas secas, cuyo objetivo es reforzar la solución de saneamiento, previniendo enfermedades y enseñando a la comunidad a seguir buenos hábitos de higiene, según manifiesta el informe de resultados de Colciencias.
El objeto del programa “Ideas para el cambio” menciona que de manera participativa se deben seleccionar e implementar mínimo dos soluciones en cada departamento. A la fecha, en La Guajira ya se implementó la cuota mínima de estas iniciativas y aunque la dinámica y naturaleza del programa resulta bastante innovadora, este departamento requiere que los esfuerzos sean mucho mayores y logren una cobertura más amplia. Es una buena cuota inicial y sin duda que se puede alcanzar mucho más impacto si se replica y se escala al resto de comunidades afectadas.
Según el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación tecnológica (CTeI) del Gobernación de La Guajira, cerca del 71% de los habitantes Wayuú no cuenta con ningún servicio público en su vivienda. Todas estas problemáticas, producto del aislamiento geográfico, económico y cultural en el que se encuentran.
En mi segundo día de estancia atrapada por la magia del Cabo de la Vela, no podía contener las ganas de visitar el Parque Eólico Jepirachi (Vientos del Nordeste en Wayuunaiki), ubicado en la región nororiental de la costa Atlántica, entre El Cabo de la Vela y Puerto Bolívar. Este parque fue construido por Empresa públicas de Medellín EPM y es el primero que se construye en el país, cuya operación comercial inició el 19 de abril del 2004, haciendo parte de un programa para el aprovechamiento de la energía eólica en la Alta Guajira.
El Parque tiene una capacidad instalada de 19,5 MW de potencia nominal, está compuesto por 15 aerogeneradores de 1,3 MW cada uno, aprovechando los vientos continuos que se presentan casi todo el año en esta parte de la península, a un promedio de 9,8 metros por segundo. Los aerogeneradores están distribuidas en dos filas, una de ocho y la otra de siete máquinas, ocupando un área aproximada de un kilómetro de largo en dirección paralela a la playa y 1,2 kilómetros de ancho al norte de la ranchería Kasiwolin y al occidente de la ranchería Arutkajui.
Estar en ese lugar y sentir como la imponencia de estas máquinas gigantescas hace contraste con la fuerza de los vientos incesantes de La Guajira, fue inspirador, aunque esa sensación duró muy poco, más adelante explicaré por qué.
El parque eólico Jepirachi se encuentra registrado como Mecanismo de desarrollo Limpio (MDL) por la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
En su sitio web, Empresas pública de Medellín EPM, manifiesta que este proyecto fue uno de los primeros proyectos MDL firmados en el país y uno de los primeros en todo el mundo y que las metodologías de estimación de emisiones y sobre todo las de concertación del proyecto con la comunidad Wayuu, fueron consideradas como ejemplares por el Banco Mundial y como referencias obligatorias para el desarrollo de proyectos similares en otras partes del mundo, lo cual es motivo de orgullo nacional.
En nuestro intento por sacar un registro fotográfico, se acercó una persona de seguridad que nos impidió adentrarnos más; en vista de que no pudimos avanzar, aprovechamos su presencia para indagar un poco más de la operación del parque y que gran sorpresa que nos llevamos cuando preguntamos a qué zonas abastecía el parque, pues la respuesta fue dada en un único vocablo: Medellín. En ese momento, todo el orgullo de patria y la perplejidad que me invadía se desvaneció, viajando por los vientos alisios.   
EPM, refiriéndose al parque Jepirachi: “Su gestión social se basa en el respeto de la integridad étnica y cultural de la comunidad Wayuu, en el establecimiento de relaciones de confianza y en la búsqueda de la equidad y el beneficio mutuo”, lo cual queda en tela de juicio.
Luego de la visita al parque eólico, pasamos a tomar agua en la casa contigua al lugar. Nos recibió una bella familia, que nos acogió con la misma calidez que proyectan los kilómetros de desierto de La Guajira. En una tertulia de más de dos horas, pudimos corroborar que efectivamente toda la energía que produce Jepirachi viaja hasta Medellín y a la comunidad anfitriona y dueña del terreno en el que opera el parque no le queda ni un solo vatio. Está familia obtiene energía eléctrica de una planta, cuyo funcionamiento es a base de ACPM, teniendo que invertir aproximadamente ochenta mil pesos por semana en la compra del combustible. Esta situación resulta tan paradójica e inverosímil. Cuando escuchaba a la dueña de la casa hablar de las grandes problemáticas a causa de la falta de agua y de energía, se me hacía imposible creer que Jepirachi no esté aportando a la comunidad. Sin duda que EPM debe estar desembolsando a la Gobernación de la Guajira una suma considerable de impuestos, pero ¿en dónde se están quedando encolados? ¿Por qué La Guajira carece de tantas cosas? ¿Qué está haciendo la presidencia por este departamento? Son interrogantes que a través del papel podrían ser despejados, con los coloridos e interminables Planes de Desarrollo que están colgados en Internet, pero la realidad de La Guajira y sus habitantes es una realidad demasiado dura.
Anayawats (gracias en wayuunaiki) a las inmensas sonrisas, a los calurosos abrazos, a la hospitalidad y a la transparencia del alma de todos los Guajiros que hicieron de mi estadía una experiencia inspiradora.


El reto del seguimiento ciudadano a compromisos firmados en campaña electoral por candidatos a las alcaldías municipales en el Norte del Cauca como experiencia de innovación social

Por: Sara Erazo, estudiante de la Maestría en Gerencia para la Innovación Social (Icesi)

Cuando en la Fundación para la que trabajo nos planteamos el reto de promover la participación ciudadana para hacerle seguimiento a aquellas promesas que hicieron candidatos y candidatas a las alcaldías municipales en el año 2011, pensamos que sería muy difícil de cumplir y que quizá este proceso de intervención social nos dejaría más sinsabores que los éxitos que hoy estamos disfrutando.
Antes de entrar a contar en detalles la experiencia, los logros, los “pre-éxitos” y las reflexiones sobre porqué considero que ésta es una experiencia de innovación social, empiezo por el principio.
El contexto
Jamundí, Buenos Aires, Caloto, Corinto, Guachené, Padilla, Puerto Tejada, Suárez y Villa Rica, son municipios ubicados en la región del suroccidente del país y más exactamente hacen parte del Norte del Cauca (exceptuando Jamundí que pertenece al Departamento del Valle del Cauca). Esta región se encuentra afectada por la dinámica del conflicto armado, las luchas entre los diferentes grupos armados ilegales por el control territorial y la inseguridad que trae consigo la presencia de bandas criminales. Aquí las opciones para las personas jóvenes son limitadas y el reclutamiento forzado por actores armados es una realidad que no se puede negar.
Además de todos estos factores que inciden en la baja participación ciudadana, se le añaden ingredientes de las prácticas políticas tradicionales que invaden todo el territorio colombiano como el clientelismo, la corrupción, la compra de votos y el distanciamiento de las administraciones municipales de la ciudadanía que les eligió. Y para finalizar, pero no menos importante, a todo este caldo de cultivo se le agregan imaginarios sociales que marcan tendencias en los comportamientos ciudadanos que no aportan a la consolidación de la participación y la democracia a partir de estereotipos como los siguientes: “en campaña electoral todo lo que se promete no se cumple”, “es mejor no meterse donde a uno no lo han llamado”, “que los políticos roben pero que se vean las obras”. Así las cosas… este fue el contexto en el que se desarrolló la experiencia.
La experiencia
En el año 2011, se conjugaron varias situaciones que permitieron el surgimiento de una propuesta que fue desarrollada de manera conjunta entre la empresa privada y dos organizaciones del tercer sector (la Fundación Foro Nacional por Colombia - Capítulo Regional Valle del Cauca y la Fundación Plan para la cual trabajo).
La primera fue el interés de aprovechar la coyuntura política electoral de ese año para iniciar un proceso de mejoramiento de la gestión pública municipal, entendiendo que los recursos públicos deben tener como única destinación propiciar el bienestar colectivo, que deben ser bien administrados y enfocarse estratégicamente a solucionar los problemas reales de la comunidad.
Una segunda situación fue la necesidad de fortalecer las capacidades de las comunidades para que pudieran expresar sus opiniones sobre sus necesidades más sentidas e incidir en la generación de compromisos de sus gobernantes para la superación de las mismas. Una tercera y última situación se dio alrededor de la convergencia de intereses del sector privado y de la cooperación institucional para la superación de problemas asociados a la baja participación ciudadana y a una gestión pública alejada del control social que hacen imposible la consolidación de la democracia local. Fue así como se unieron recursos de la Zona Franca del Cauca y la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional ASDI a través de Foro y Plan, desde el Proyecto “Protejamos mi Mundo”. 
El proceso se organizó en tres fases: partió de la construcción colectiva de textos de compromisos por parte de las comunidades, ampliamente representadas por organizaciones campesinas, juveniles, territoriales, afro, de mujeres, entre otras, que recogieron sus necesidades más sentidas. Estos textos se convirtieron en los Compromisos “Por un Municipio Mejor”, los cuales fueron firmados en el 2011 por candidatos y candidatas a las alcaldías municipales en actos públicos en los municipios donde se desarrolló la experiencia. En esta primera fase se unieron la Asociación de Municipios Nortecaucanos (AMUNORCA), la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD Colombia) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP).
Los textos de compromisos incluyeron propuestas de acciones para el mejoramiento de los indicadores sociales de los diferentes grupos poblaciones como la infancia, la juventud, las mujeres, los adultos mayores, entre otros. Así mismo, incluyeron aspectos claves de la vida comunitaria como el mejoramiento de ingresos, el acceso a vivienda y una mejor oferta de servicios, acceso a salud, educación, recreación y cultura. Lo clave aquí fue que los compromisos partieron del principio de que los gobernantes locales debían entregar sus municipios en mejores condiciones de aquellas en que los recibieron y que los compromisos se configuraban en el punto de partida para iniciar la experiencia de vigilancia ciudadana al cumplimiento de lo pactado.
Una siguiente fase fue la asesoría a las administraciones municipales, ya elegidas, para que incorporaran los compromisos en los Planes de Desarrollo Municipales 2012 – 2015.
La tercera fase fue la conformación de comisiones ciudadanas por municipio en el 2012, compuestas por mujeres y hombres ampliamente reconocidos por su trayectoria comunitaria, quienes recibieron formación y desarrollaron habilidades para el seguimiento al cumplimiento de compromisos por parte de su gobernante local. Se estableció como producto la elaboración de un informe anual de seguimiento a la gestión pública con una metodología sencilla diseñada para implementarse en corto tiempo, de fácil apropiación por parte de las comunidades y que incluye una interacción amable y constructiva entre la ciudadanía y los gobiernos locales.
Los logros
Esta experiencia implementada en la región durante los últimos 4 años cuenta entre sus logros el seguimiento sistemático de las comunidades a la gestión pública local. Hoy día cada municipio cuenta con tres informes anuales de seguimiento, los cuales son elaborados desde una perspectiva proactiva y propositiva, generando recomendaciones desde la sociedad civil a los gobiernos para mejorar su gestión.
En el proceso ha habido un claro fortalecimiento de la sociedad civil representada en más de 20 organizaciones comunitarias entre las que se cuenta una importante representación de jóvenes y de mujeres en la labor de seguimiento. Algo a destacar es que el 77% de quienes lideran el proceso son mujeres, lo cual las prepara para tener un mayor protagonismo en la escena pública y jalonar procesos de incidencia que, a mediano y largo plazo, permitirán también avanzar en la garantía de sus derechos y en su participación activa en la construcción de políticas públicas.
Ya hay una rutina de seguimiento establecida. Las alcaldías están comprometidas con entregar información sobre la gestión que da cuenta del avance de sus compromisos y reconocen como valioso el ejercicio de control social. Las organizaciones buscan otras fuentes de información para triangular la información y socializan año a año sus informes con las comunidades.
En este proceso se ha demostrado que sí se puede incrementar el sentido de la ética y la responsabilidad de los alcaldes por “honrar su palabra” a pesar de su prevención inicial con el ejercicio. Sí se puede mejorar la relación Estado – Ciudadanía para el logro de objetivos comunes. Sí se puede hacer control social en una región dominada por prácticas politiqueras, marcada por el conflicto armado y signada por la pobreza y la falta de oportunidades. Sí se puede instalar de a poco una cultura del interés público sobre el interés particular. Sí se puede hacer veeduría con metodologías sencillas, usando técnicas de investigación social y realizada en corto tiempo. Sí se puede ir cambiando la cultura política y fortaleciendo la confianza de la ciudadanía en sus instituciones. Sí se puede hacer entender a los gobernantes que la veeduría ciudadana y el control social no son “juicios” a su gestión, sino que por el contrario son útiles a la democracia y oportunidades para establecer correctivos a su actuación.
Los “pre-éxitos”
Así como dice coloquialmente Graciela Aldana De Conde, una psicóloga que trabaja el tema de la creatividad e innovación en Colombia, desde una mirada apreciativa los errores o limitaciones deben ser considerados “pre-éxitos”, requerimos de ellos para ser conscientes de lo que se requiere ajustar o mejorar para que luego eso que hacemos se convierta en un éxito. Entonces, desde esta mirada, la experiencia que les he compartido requiere seguir perfeccionando el proceso de elaboración del informe, incluyendo datos cuantitativos. Así mismo se requiere una difusión masiva de los compromisos para generar mayor presión de la ciudadanía por su cumplimiento, al igual que mejorar la articulación con las instancias formales de representación comunitaria, como los Consejos Territoriales de Planeación (CTP), las Juntas de Acción Comunal (JAC), los Concejos Municipales, los Consejos Comunitarios y los Cabildos Indígenas, para que estos se apropien y velen por el cumplimiento de los compromisos. Es clave que los compromisos efectivamente se incluyan desde la elaboración misma de los Programas de Gobierno y luego se inserten en los Planes de Desarrollo Municipales con presupuesto para su implementación. También es fundamental la vinculación de los medios de comunicación pues si se interesan en el proceso y publican sus resultados, crece el interés de los mandatarios por cumplir los compromisos.
¿Por qué esta experiencia es innovadora?
Son varias las razones que permiten comprender esta experiencia desde la innovación social.
1.      Se resuelven problemas sociales con ideas nuevas. El proceso parte de reconocer que la baja participación ciudadana y las debilidades en la gestión pública inciden de manera sistemática en una cultura política que no promueve la veeduría y el control social afectando la consolidación de la democracia en lo local. Este tema es un hueso duro de roer, más en contextos afectados por el conflicto armado y por prácticas politiqueras. Así que la mayoría de las intervenciones sociales no fomentan el surgimiento de las veedurías y, cuando se hace, se evidencia una connotación negativa como “persecución” al alcalde de turno. De esta forma, diseñar una intervención que promueve el control ciudadano basado en una enfoque proactivo, propositivo, a través de un ejercicio práctico, pedagógico, sencillo, con una metodología de fácil apropiación por la comunidad y que incide en una mejor interacción Estado – Ciudadanía, es una idea novedosa para incidir en la resolución de problemas sociales complejos.

2.      Transformación de paradigmas. Al inicio de la experiencia no se alcanzaron a dimensionar los logros que hoy se cuentan. Primero, porque es complejo cambiar actitudes personales y estructuras estatales. Segundo, porque los imaginarios pesan y moldean comportamientos sociales, más en la cultura del “CVY (cómo voy yo)” y del “mejor no meterse donde a uno no lo han llamado”. Hoy se puede decir que es posible el cambio social y que afortunadamente la cultura se transforma. Para nuestro caso, se avanzó hacia una mayor conciencia del cuidado de lo público y de la participación ciudadana.

3.      Creación de capacidad de agencia en las personas. El proceso es liderado por hombres y mujeres que han desarrollado habilidades para el liderazgo, la participación, la incidencia y el control social. Además se ha desarrollado una apropiación en la metodología que permite que este ejercicio se pueda repetir cuantas veces se requiera, por supuesto atendiendo a la dinámica del contexto.

4.      Generación de redes y alianzas. Esta experiencia ha sido fruto de una confluencia de intereses estratégicos entre la empresa privada y la cooperación internacional para la resolución de problemas sociales complejos. Así mismo, se han convertido en aliadas del proceso las organizaciones comunitarias que hoy día hacen posible la sostenibilidad de la experiencia.

5.      Impacto. El proceso impulsado no sólo ha contribuido a fortalecer las capacidades de las organizaciones que hoy desarrollan acciones de seguimiento, control y veeduría en la región, sino que también ha incidido en la instalación de prácticas de transparencia y buen gobierno en los municipios, pues la institucionalidad pública reconoce que este ejercicio comunitario contribuye a generar alertas en los alcaldes para que su gestión pública se base en los temas a los que se han comprometido con sus comunidades, superando de esta manera una de las prácticas de la política tradicional: prometer en campaña electoral y no cumplir cuando se está en el poder. En el proceso se evidenció igualmente que las organizaciones desarrollaron mayores capacidades para la interlocución y diálogo con sus gobernantes, lo que permite una mayor incidencia en lo local.

6.      Escala y replicable. Esta experiencia puede ser replicada en otros territorios nacionales y puede ser implementada por otras organizaciones. De hecho esta experiencia es pertinente y cobra una relevancia significativa en este año de coyuntura política electoral pues se inicia un nuevo ciclo de gestión y elección de nuevos mandatarios locales (2016-2019). Además, esta experiencia podría ser clave en el escenario del posconflicto pues contribuye a que la ciudadanía tenga un rol más activo en la construcción de lo público y en la veeduría a las diferentes intervenciones sociales que se realizarán en el marco de la territorialización de los acuerdos firmados en La Habana.

7.      Sostenibilidad económica. Es una experiencia que se puede desarrollar con austeridad. Tiene 3 componentes: formación a líderes y lideresas, encuentros/diálogos ciudadanía – gobierno local y elaboración de informes anuales de seguimiento a la gestión pública (iniciativas). En términos generales, el proceso beneficia a todo el municipio donde se desarrolla la intervención pues se hace seguimiento a los compromisos adquiridos por los mandatarios locales para mejorar los indicadores sociales.

Ya para el cierre de este blog les cuento que sí se pudo y se está iniciando el proceso de realización del último informe de seguimiento que harán las comisiones ciudadanas a la gestión de sus alcaldes 2012 – 2015. Esperamos que hayan cumplido sus promesas.

Fortaleciendo las capacidades de las comunidades para adaptarse al clima de manera sostenible

Por: José Luis Urrea, estudiante maestría en Gerencia para la Innovación Social (Icesi) con aportes de Luis Alfonso Ortega, Investigador de la Fundación EcoHábitats.


Las ‘cabañuelas’ hacen parte de una arraigada tradición campesina que buscan pronosticar la temporada de lluvia de todo el año, basándose en la cantidad de agua que cae durante los primeros días de enero. Esta práctica, sumada a la observación del paso de aves migratorias, la nubosidad que rodea el Volcán Puracé, entre otros indicadores biológicos, son las principales herramientas con las que cuentan los productores del departamento Cauca en Colombia para descifrar el caprichoso comportamiento del clima.
Sin embargo, en los años recientes las temporadas de lluvias son cada vez más irregulares en cantidad y frecuencia, las aves migratorias no siempre aciertan las condiciones climáticas, ni tampoco las nubes se comportan como antes; estos eventos, consecuencia de la variabilidad climática hacen el clima cada vez más difícil de predecir; las temporadas secas y húmedas ya no aparecen en el tiempo esperado y son más cortas o más largas de lo usual, afectando la producción de los cultivos, bien sea porque no reciben la radiación solar en el momento oportuno o porque la falta de lluvias, cuando no se cuenta con sistema de riego, seca la planta y disminuye los rendimientos.
No en vano, el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), en su quinto informe de evaluación (AR5) señaló que las poblaciones más pobres son las más vulnerables al cambio y la variabilidad climática[1], pues los medios de vida en las zonas rurales dependen en gran medida de la agricultura, al tiempo que se prevé un aumento de los riesgos climáticos para este sector[2], que en su gran mayoría se localiza en la zona tropical, una de las principales afectadas por los aumentos en la temperatura.
Los escenarios más pesimistas informan de un aumento de hasta cuatro grados centígrados la temperatura promedio de la tierra para finales del siglo XXI, reduciendo dramáticamente el área para muchos cultivos que son sensibles a estos cambios; no en vano en regiones como el Cauca el cultivo de café ha tenido que ocupar zonas más altas (y por ende más escasas) buscando temperaturas más óptimas para continuar con su producción. Sin embargo, subir a las montañas los cultivos no es una práctica sostenible ni viable para todos los productores, y por ende se deben buscar otras medidas de adaptación al cambio climático más innovadoras.
Un análisis específico para el sector agrícola de la región andina realizado por el Centro Internacional de Agricultura Tropical (2013), determina que “se requieren políticas diferenciadas, como investigación en sistemas de producción campesina más adaptados a altas temperaturas, sequías y encharcamientos, para los productores rurales pobres altamente dependientes de la producción agrícola, ya que serían los más afectados ante el cambio climático”[3]. En el informe además, se menciona que en Colombia las regiones que se deben priorizar para implementar este tipo de políticas son el noroccidente de Cundinamarca, norte de Antioquia, oriente de Huila y nororiente del Cauca.
Manejando el clima desde la vereda
En este contexto, desde el año 2014 el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS, por sus siglas en inglés) inició un proyecto en la zona rural del municipio de Popayán en el Cauca, de la mano de socios clave como la Fundación Eco Hábitats y la Fundación Pro Cuenca del Río Las Piedras para apoyar a las comunidades rurales de la cuenca de los ríos Piedras y Palacé en el proceso de adaptación al cambio climático, incrementar la productividad y el ingreso, y alcanzar la seguridad alimentaria y las metas de desarrollo de la comunidad.
Este enfoque, que también se aplica en otros países de Centroamérica, África y Asia, ha sido llamado ‘Territorios Sostenibles Adaptados al Clima – TeSAC” (en inglés, Climate-smart villages) y busca promover tecnologías y prácticas de adaptación, servicios de información climática, desarrollo bajo en emisiones, y planes locales de adaptación que provean apoyo y respondan a las necesidades de las comunidades. Todo esto, de una manera incluyente y participativa con la comunidad, con un importante enfoque de género y equidad. El TeSAC del Cauca se encuentra en la vereda Los Cerrillos, zona rural del municipio de Popayán.
Lo innovador de este proyecto radica en la construcción de abajo hacia arriba, en efecto espiral, y a múltiples escalas un proceso de adaptación planificada, a los principales impactos del clima sobre cada uno de los componentes (suelos, agua, ecosistemas, sistemas productivos, infraestructura) de su territorio, considerando la capacidad de adaptación y vulnerabilidad de cada nivel de esta escala: desde el predio hacia la vereda y de esta a niveles administrativos superiores.
La iniciativa busca además una transformación social de la comunidad, haciéndola consciente de la necesidad de implementar planes de adaptación al cambio climático que mejoren su resiliencia, y que los productores logren usar el clima a su favor, invirtiendo el esquema tradicional de sometimiento a las condiciones climáticas, y ser más proactivos frente a los fenómenos del clima en lugar de dar respuestas reactivas ya cuando solo queda atender el desastre.
El proyecto es una iniciativa a diez años, donde CCAFS además de aportar a su financiación, facilita las herramientas y tecnologías producto de la investigación de sus científicos en todo el mundo, y es la comunidad, en diálogo con los investigadores, quien decide que prácticas de agricultura sostenible implementarán en su territorio y de qué manera lo harán.
Gran parte de estas prácticas han sido probadas y validadas por miles de agricultores en todo el mundo, bajo diversas condiciones climáticas, socioeconómicas y agrícolas, como las Mesas Técnicas Agroclimáticas, una idea del TeSAC de Kaffrine en Senegal y adaptado en Colombia en tres departamentos a la fecha: Córdoba, Sucre y Cauca. Las mesas técnicas agroclimáticas son un espacio de diálogo entre actores del sector agropecuario en el cual mensualmente se reúnen para socializar los pronósticos climáticos provistos por los institutos meteorológicos, corroborar los pronósticos del mes pasado frente a las condiciones climáticas predominantes en la región y recomendar medidas adaptativas para los cultivos que ya se sembraron o los que se planean sembrar.
Esta actividad permite hacer pronósticos agroclimáticos a la escala que necesitan los productores, y les facilita el proceso de toma de decisiones; incluso en la Mesa técnica agroclimática de Córdoba, estas recomendaciones llegaron hasta el municipio del Chimá, donde unos cien productores de maíz se les recomendó mover la fecha de siembra, gracias a una sugerencia proveniente de los actores reunidos en la mesa técnica que pronosticaba que las lluvias se iban a retrasar. De los cerca de 150 productores que escucharon la recomendación, más de 100 la aplicaron, y en las semanas siguientes pudieron comprobar que la recomendación fue efectiva, al comparar los cultivos de ambos grupos, teniendo mejor desarrollo los que acataron la recomendación. En esta actividad participan socios clave como el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), la Corporación Colombiana de Investigación Agrícola (Corpoica) y gremios productores como la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce) y la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz). La idea es replicar este modelo en más departamentos del país.
Además de las mesas técnicas agroclimáticas en estas regiones de Colombia, durante el primer año de actividades se realizaron estudios de línea base en el Cauca, los cuales permitieron ‘tomar una instantánea’ del estado actual del territorio que permitirá comparar cinco años después con un segundo estudio que servirá para monitorear los cambios que se han producido y al final de la iniciativa se hará un estudio final para comprobar que la intervención produjo efectivamente mejoras en las condiciones de vida, conocimientos, actitudes, habilidades y prácticas de la comunidad.
La participación social en la adaptación es la estrategia más eficaz para lograr Territorios Sostenibles Adaptados al Clima, acompañado de una plataforma institucional que promueve una cultura de conocimiento e interpretación del tiempo y el clima. Para esto, se ha venido capacitando a los productores en la medición y registro de variables climáticas como precipitación y temperatura en sus predios, facilitándoles pluviómetros y termómetros que se instalan en sus fincas y que permite generar pronósticos y alertas agroclimáticas tempranas con base en redes locales de vigías del clima. Este proceso se ha venido adelantando en la cuenca del Río Piedras en el Cauca y se espera que para el TeSAC Los Cerrillos, se avance en su diseño e implementación en los próximos meses.
Creando planes locales de adaptación
Este innovador concepto que construye resiliencia desde la base con la posibilidad de ser escalable, se apoya en escuelas de campo, las cuales se constituyen en espacios de aprendizaje campesino a campesino, replica y multiplicación de medidas de adaptación. Los jóvenes juegan un papel importante en la sostenibilidad de esta iniciativa, por lo cual también se implementa una estrategia para lograr su vinculación en todo el proceso, a través del uso de la tecnología como son los Sistemas de Información Geográfica, el uso y aplicación de GPS, el diseño, edición y producción de fotografías y videos con enfoque informativo, y al mediano plazo la identificación de mercados incluyentes que les generen atractivos para seguir en las zonas rurales.
La articulación entre actores es parte fundamental de este proceso; empezando desde el ámbito local, que son las comunidades habitantes del TeSAC, las administraciones municipales y departamentales, las autoridades ambientales y diferentes organizaciones que realizan actividades al interior del TeSAC. Ellos se constituyen en la plataforma institucional y local que acompaña y da sostenibilidad al proceso; por su parte, los actores de ámbito nacional como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), universidades y organizaciones no gubernamentales brindan el soporte técnico, logístico y de contrapartida para lograr la implementación de las iniciativas. Finalmente, los centros de investigación adscritos al Consorcio CGIAR forman parte del ámbito internacional, que a través de CCAFS brindan soporte científico, tecnológico y financiero.
Próximos pasos
El concepto de TeSAC se ha venido implementando con éxito inicialmente en quince sitios del Este y Oeste de África y el Sur de Asia, y recientemente el Gobierno de Haryana en la India ha adoptado este modelo en otros territorios, ratificando su capacidad de ser escalable. En Colombia, la propuesta busca además que Los Cerrillos sea un sitio piloto para comprobar en el terreno la viabilidad y beneficios de las prácticas probadas, así como de los planes locales de adaptación, de forma que con el apoyo de instituciones públicas y privadas se pueda multiplicar el modelo en otras regiones de Colombia y de América Latina, a la par con los otros TeSAC que se implementaron en Guatemala, Honduras y Nicaragua, como parte del portafolio de intervenciones de CCAFS en la región.
Sin duda es un proceso a largo plazo, pero que ya está dando resultados en la búsqueda de fortalecer las capacidades de los pequeños productores para comprender y reaccionar con conocimiento a la variabilidad y desafíos del clima, para que implementen prácticas sostenibles que mejoren los rendimientos de sus cultivos y reduzcan su inseguridad alimentaria.




[1] ORTEGA, L.A.; PAZ-B, L. P. 2014. Manual para la formulación de planes prediales de adaptación a la variabilidad climática. Convenio 7200000325 Empresa Energética ISA SA – Fundación Pro Cuenca Río Las Piedras - Fundación Ecohabitats 2013.
[2] : Vermeulen SJ. 2014. Climate change, food security and small-scale producers. CCAFS Info Brief. CGIAR Research Program on Climate Change, Agriculture and Food Security (CCAFS). Copenhague (Dinamarca). Disponible en línea en: www.ccafs.cgiar.org
[3] CIAT (Centro Internacional de Agricultura Tropical). 2013. Evaluación de la vulnerabilidad al cambio climático de la agricultura en la región Andina de Colombia. CIAT Políticas en Síntesis No. 13. CIAT, Cali, Colombia. 6 p.

La innovación social y sus implicaciones para las empresas

Por Catalina Rodríguez Garcés (estudiante de la Maestría en Gerencia de Empresas Sociales para la Innovación Social y el Cambio local, Universidad Eafit)


A pesar de su relativa novedad, el concepto de innovación social ha sido tradicionalmente asociado a los gobiernos, a las instituciones de carácter público o a las organizaciones del sector social, pareciendo estar al margen de las dinámicas empresariales o, por lo menos, tocándolas sólo de manera tangencial. Dicho de otra manera, las empresas e, incluso, las instituciones financieras del sector privado, en algunos casos, parecen darse por desentendidas de esta (relativamente nueva) tendencia social que, más que una opción discrecional para su quehacer económico, viene adquiriendo un carácter cada vez más obligante en el camino hacia la sostenibilidad futura de las empresas mediante la atención adecuada y pertinente a sus grupos de interés.

Es por esto que el propósito de esta reflexión es tratar de identificar algunas implicaciones de la innovación social en particular para el sector empresarial, a partir de diversas experiencias - instituciones e iniciativas - a nivel nacional e internacional[1].


Colab – Community Innovators Lab – Massachusetts Institute of Technology (MIT) – EEUU.

El CoLab –Community Innovators Lab– del MIT es un laboratorio de planeación dentro del Departamento de estudios urbanos, encargado de apoyar a las comunidades en el desarrollo y uso de su propio conocimiento para mejorar la planeación, la política y los recursos de comunidades marginales. Uno de los principios en los que basa su acción consiste en conceptualizar la planeación urbana como una disciplina participativa, lo que significa que los barrios, las ciudades y las comunidades en las que trabajan los planeadores deben participar de manera significativa en la planeación de su propio futuro. Bajo este contexto, para Colab la innovación colaborativa es el medio más efectivo para generar soluciones sostenibles a los problemas locales y globales.

Su esquema de trabajo comprende 3 abordajes básicos: modelado (construcción de modelos de futuro deseables con la participación de las comunidades implicadas); co-creación de conocimiento (atribuyendo al conocimiento institucional y académico la misma importancia que al originado en las comunidades) y la articulación (creación de vínculos entre líderes institucionales y líderes comunitarios para juntar las piezas de la solución a los problemas sociales). Ejemplos de sus intervenciones han sido los Mel King Community Fellows (espacios periódicos de análisis y discusión entre líderes comunitarios y expertos académicos), y de manera puntual los promovidos en el Bronx (Nueva York) donde líderes comunitarios, académicos y empresariales fueron reunidos en un mismo espacio para tratar de reducir las brechas entre los bajos niveles de educación y calidad de vida de los habitantes de la zona y los recursos y posibilidades ofrecidos por las universidades y empresas allí ubicadas, dando pie a la generación de negocios por parte de la comunidad para que respondieran a las diferentes necesidades de provisión de bienes y servicios para estas instituciones, contribuyendo a remplazar la inseguridad del sector por una convivencia un poco más sana mediada por relaciones de carácter colaborativo.


Socialab - Chile

Consiste en una plataforma de apoyo para emprendedores sociales provenientes sobre todo de las comunidades mismas que presentan altos niveles de necesidades básicas insatisfechas, mediante el diseño de desafíos que atraen la participación de numerosos emprendedores sociales en América Latina y el mundo promoviendo la innovación social a través de la gestión de recursos que son canalizados en premios hacia las propuestas más destacadas. Socialab inició con el desarrollo de productos que contribuyeran a crear o facilitar cambios sociales (es una spin off de Techo, ONG dedicada a proveer soluciones de vivienda a sectores desiguales), y en ese proceso comprendió que no es posible hacer innovación social sin co-crearla con los usuarios de la misma. Y que igualmente es necesario cierto nivel de capacidad institucional - y también financiera - para escalar las soluciones. Más adelante comprendió, también, que al hablar de co-creación se hace referencia no sólo a la relación con los usuarios sino a la relación con otras instituciones y empresas para sumar recursos y esfuerzos, e incrementar el impacto de las innovaciones.

En este proceso, Socialab descubrió el principio elemental de los negocios a la Base de la Pirámide entendiendo que si las poblaciones de bajos ingresos no adquieren ciertos productos no es exactamente porque no tengan la capacidad adquisitiva para hacerlo, sino porque dichos productos no están diseñados de acuerdo a sus necesidades, ni las formas de pago adecuadas a sus posibilidades. Uno de estos casos fue el de la iniciativa Algramo (apoyada por Socialab) que identificó ciertos sobrecostos en los productos empacados en tamaño personal (42% más respecto a los otros tamaños) vendidos en comunidades de estratos bajos, y diseñó un sistema de compra al por mayor y venta al público a precios de mayorista utilizando tarros reciclables como empaque para reducir los costos y el precio de venta hasta en un 40%.


Arrendamiento social – Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Comfama y Bancolombia

El programa de arrendamiento social es una propuesta novedosa de acceso a vivienda de interés social, que permite que las familias a través del pago de un canon de arrendamiento durante tres años, habitando la vivienda y con el compromiso de abonar sus cesantías y cuotas extras al cabo de este periodo, puedan ser sujeto de crédito con la banca comercial para completar la financiación de su vivienda. En este caso se destaca la participación del sector privado por parte de Bancolombia, cuyo aporte a esta innovación social consistió en la adaptación interna que debió realizar a sus procesos y criterios de calificación de riesgo para créditos hipotecarios, puesto que de otra manera la población a beneficiar no podría acceder a una vivienda propia sólo con el subsidio que otorgan las Cajas de compensación, contribuyendo así a la bancarización de este segmento poblacional, posibilitándole la construcción de historiales crediticios.


Edyficar – Perú

Se trata de una entidad financiera que identificó que cuando los hogares deciden hacer mejoramientos de vivienda lo hacen mediante autoconstrucción, y que en ese proceso intervienen además otros agentes tales como los maestros de obra y las ferreterías, a quienes convirtió en sus aliados para referir clientes. De esta manera, estos actores refieren a las familias autoconstructoras hacia Edyficar para la solicitud de microcréditos orientados a la adecuación de sus viviendas, y mientras tanto los maestros de obra y las ferreterías reciben de la entidad capacitaciones y comisiones, asegurando su clientela para el desarrollo de las obras.


Te Creemos – México

Te Creemos es una microfinanciera mexicana líder en promover tecnologías ecoeficientes para Mipymes y ganadora de un premio del Fondo Multilateral de inversiones – FOMIN - por la promoción de financiamiento verde para permitirle a las empresas un ahorro significativo de energía y una reducción significativa de costos mediante la financiación de productos que pueden provenir de diversas tecnologías.


Implicaciones para el sector empresarial

A partir de experiencias como las anteriores (de las cuales hay muchas más en todo el mundo) se derivan interesantes implicaciones para las empresas en materia de innovación social. Algunas, son implicaciones directas de estos ejemplos; otras, lo son de manera indirecta:

-       Como actores clave de los sistemas económico y social que impactan a las poblaciones, ya sea de manera positiva o negativa, las empresas están obligadas a participar en la planeación y construcción de futuros deseables en colaboración con las comunidades y con las instancias públicas de sus zonas de influencia. Tal es la enseñanza que dejan experiencias como la del Colab. Un ejemplo real de ello lo constituye el Comité Universidad – Empresa - Estado en Medellín (donde falta mayor peso de la sociedad civil), y también los programas de desarrollo de proveedores que han desplegado grandes empresas con emprendedores de sus comunidades cercanas o de los programas de emprendimiento de la ciudad, contribuyendo incluso a la creación de negocios sociales, e imprimiéndoles orientación hacia la rentabilidad y la sostenibilidad, constituyendo así semillas de innovación social sostenible en sus entornos.
-       Para lo anterior, es necesario que las empresas tengan un conocimiento profundo de sus entornos, para que cualquier innovación social que decidan emprender dirigida hacia sus comunidades aledañas se realice con la debida atención y respeto a sus costumbres y particularidades. Colab, por ejemplo, privilegia el uso de la Teoría U como mecanismo para conocer profundamente las comunidades sobre las cuales actúa. Esta metodología de observar, retirarse y actuar, de hecho, se viene aplicando cada vez con más fuerza en el mundo de los negocios, lo que significa que podría ser aplicada con cierta facilidad en el desarrollo de innovaciones sociales por parte de las empresas, ya sea en zonas urbanas o rurales.
-       Las consideraciones anteriores inducen a pensar que, en la medida en que las empresas asumen un papel activo como agentes de innovación social en los territorios donde se asientan, automáticamente se convierten también en agentes clave para el desarrollo local, el fortalecimiento del capital humano y social, y la producción de conocimiento para uso social.
-       Aunque la medición de impacto de las innovaciones sociales continua siendo un reto, son justamente las empresas las que por sus dinámicas comerciales y estrategias organizacionales tienen mayor trayectoria y mejores instrumentos para la medición de impacto, de manera que podrían contribuir de manera importante a este gran desafío del desarrollo social. De modo similar, el sector privado en general (es decir, empresas y entidades financieras) suele disponer de un músculo financiero importante para poner en marcha el desarrollo de innovaciones sociales a cualquier escala (local, nacional, internacional) no comparable con los recursos públicos que normalmente son escasos o tienen numerosas restricciones de uso justamente por su origen.
-       La incursión de las empresas en materia de innovación social no se realiza por fuera de ésta sino de manera endógena, es decir, que debe implicar el fortalecimiento de sus capacidades internas y la transformación de su propia cultura organizacional puesto que el desarrollo de la innovación social implica por sí mismo altas inversiones en términos de tiempo, esfuerzo y recursos; es decir, resulta necesario alinear diferentes áreas de la organización para movilizarla en dirección hacia este propósito. De otra manera, y como mecanismo alternativo, las empresas deberán crear alianzas con otras instituciones (públicas o privadas) que complementen sus capacidades para el desarrollo de innovaciones sociales.    
-       El desarrollo de innovaciones sociales por parte de las empresas puede hacer parte (o no) de sus estrategias de Responsabilidad Social Empresarial. Independiente de que este concepto sea utilizado como simple elemento de marketing o como un aporte real y de impacto para el entorno, lo más importante es la conciencia que la empresa tenga acerca de la importancia de desarrollar innovación social como agente de transformación positiva en sus entornos, independientemente de que ésta se inscriba o no en sus estrategias de RSE. Un caso de ello es la iniciativa Patrimonio Hoy (de Cemex) que nació como una innovación social inscrita al área de RSE y años después pasó a ser una unidad comercial aparte dentro de la empresa.    
-       La innovación social representada en productos, como los casos presentados por Socialab, traen a colación el concepto de negocios a la Base de la Pirámide (BdP). Según el BID, ésta es definida como el segmento de población que gana hasta 4 salarios mínimos (en promedio hasta 300 USD al mes). En América Latina y el Caribe la BdP representa la gran mayoría, con un potencial de mercado colectivo de 509 mil millones de dólares y alrededor de 350 millones de personas[2]. Es decir, la BdP, según el BID y su programa de Oportunidades para las Mayorías, podría – y debería - ser mirada por las empresas como atractivos mercados potenciales para sus estrategias de crecimiento mediante el desarrollo de innovación social en sus portafolios de productos y servicios (ejm. Algramo), y no sólo como receptora pasiva de intervenciones sociales para su desarrollo. En el marco del concepto de negocios a la BdP, en comparación con el de Responsabilidad Social Empresarial, suena desde luego más atractivo para las empresas el primero en términos de rentabilidad, a menos que la empresa haga uso de mecanismos de medición de la rentabilidad social para que la RSE resulte equivalente.
-       Incluso en países donde la BdP no representa un porcentaje alto de la población, la innovación social en productos y servicios haría posible llegar a segmentos poblacionales desatendidos no conquistados por ningún otro competidor en el mercado y así ganar mayor posicionamiento (en lo que habría que poner una mayor atención es en las estructuras de costos de los productos y servicios a ofrecer, para que la propuesta de valor al cliente final valga la pena).







[1] Evento: Taller de modelos de innovación social y negocios a la base de la pirámide. Caja de Compensación Familiar de Antioquia. Mayo 27 y 28 de 2014.
[2] Ibid.